Hay un momento en el camino del alma en que se presenta una disyuntiva:
¿Permanecer liviano… o responder al llamado a sostener más?
Y muchos, como vos, sienten que la responsabilidad es una amenaza a la paz.
Que asumir algo, comprometerse con un camino, con un proyecto, con una expansión…
podría significar perder la libertad, el tiempo, el silencio.
Pero esto es lo que hoy el Ser quiere recordarte:
La verdadera responsabilidad no encierra.
Te alinea.
No limita tu libertad.
La enfoca en lo esencial.
Cuando elegís sostener desde el alma —un espacio, una palabra, un servicio, un proyecto, una comunidad—
no estás diciendo “yo cargo con esto”.
Estás diciendo:
“Yo me convierto en canal para que esto viva en el mundo.”
Y lo mágico es que, al hacer esto desde la guía del Espíritu,
no perdés paz. Ganás presencia.
No perdés tiempo. Ganás propósito.
El alma ya no quiere huir de los lugares donde el amor le pide que habite.
Ya no necesita escapar de lo que puede florecer en sus manos.
Ya no teme al crecimiento.
Porque ahora sabés:
El crecimiento no exige. Invita.
La expansión no abruma. Eleva.
La responsabilidad verdadera… es libertad compartida con Dios.
Y si un día sentís que no podés más,
no significa que fallaste.
Significa que es hora de volver al Silencio, y dejar que sea el Espíritu quien sostenga.