Hola Semilla,
Nos sumergimos hoy en una pregunta que ilumina el camino de todo aquel que empieza a despertar en conciencia: ¿quién somos?
Curiosamente, a medida que profundizamos, esta pregunta se revela no como un «quién soy», sino como un «qué soy». Aquello que creímos ser –nuestra personalidad, nuestras creencias, nuestras programaciones– no es nuestra esencia.
Tras estas capas, emerge una verdad más profunda y pura.
💖 El Qué Esencial
Un Curso de Milagros nos ofrece una visión trascendente de lo que somos por igual:
«Soy el Hijo de Dios, pleno, sano e íntegro, resplandeciente en el reflejo de su amor».
Somos, entonces, reflejos del amor de Dios, y dado que Su amor es puro, nosotros no podemos ser otra cosa que amor. Cualquier idea que se aparte de esta verdad no es lo que en verdad somos.
En nuestra esencia, el amor alcanza la perfección, el miedo se disuelve y la dicha se establece sin opuestos, porque el amor es íntegro, integra a todo.
Somos el santo hogar de Dios mismo, el cielo donde reside Su amor, Su santa impecabilidad. Esto significa que estamos libres de pecado, no porque el pecado exista, sino porque al reconocer lo que en verdad somos, nos damos cuenta de que el pecado es una ilusión.
✨ Quien soy más allá de las Ilusiones
Todo lo que agregamos a esta verdad por creer que es lo que somos, es mera ilusión y el condicionamiento con el que vemos el mundo. El despertar en conciencia implica disolver estas creencias para conectar con este santo hogar que es Dios mismo.
La verdad de lo que somos no puede ser descrita con palabras; cualquier idea o pensamiento que surja al respecto sigue siendo solo eso, un pensamiento, y ningún pensamiento puede ofrecernos la verdad de lo que somos.
Cuando el ego tiende a adoptar el conocimiento conceptual como la verdad, se distancia de la verdad unificadora que se vive como una experiencia subjetiva interna.
🕊️ Nuestro Propósito Unificador
Al encontrar lo que en verdad somos, la invitación es a emanarlo en nuestra vida externa, predicando con el ejemplo en lo que decimos, hacemos y compartimos.
Somos los portadores de la salvación, aceptando nuestro papel como salvadores del mundo, el cual se redime mediante nuestro perdón conjunto. Al conceder el regalo de nuestro perdón, este se nos concede a nosotros.
Nuestra visión se purifica, llevándonos a ver todo como bueno y bondadoso, integrando la existencia al reconocer nuestra propia existencia como hijos de Dios. Nuestros ojos son los que ven el mundo redimido a través de la visión de Cristo, una visión pura, sin condicionamientos, esencial y unificadora que disuelve cualquier pensamiento de pecado o separación.
Nuestras mentes se unen conforme bendecimos al mundo, invitando a todos a compartir nuestra paz y dicha desde esa unión encontrada en el amor.
Somos los santos mensajeros de Dios, hablando en Su nombre, con Su palabra impresa en nuestros corazones, expresando desde esa verdad que disuelve el «quién soy» en el «qué soy».
🙏 La Dicha de la Redención
Toda verdad tiene que ser siempre aplicable y eterna, no circunstancial.
Nos hemos creído sufrientes, identificándonos con pensamientos e identidades que nos adjudican esa potestad, pero en realidad, pensamos que sufríamos, pero en verdad no estábamos sufriendo, sino que era una idea que podemos soltar en cualquier momento. Una vez que observamos esto, hemos sido redimidos.
La invitación es a abrirnos a sentir y a vivir internamente esta verdad, a conectar con la palabra en nuestro corazón y darnos cuenta de lo que somos: un hijo de Dios tan puro y pleno como su causa.
Un abrazo enorme, hasta este instante.
Karel
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