Queridos hermanos,
En este último episodio de la sección Las leyes de la curación de Un curso de milagros llegamos a una conclusión profunda: el perdón es la llave de toda sanación.
Allí donde antes parecía haber dolor, ataque o separación, la práctica del perdón revela la presencia de Dios y con ella la salvación.
Este cierre no es solo un final, sino también una apertura. Porque cada vez que recordamos estas enseñanzas, se nos ofrece una nueva oportunidad de experimentar directamente la verdad:
la curación no depende de cambiar las circunstancias externas, sino de soltar las interpretaciones internas que oscurecen la luz.
Al integrar este mensaje, nos damos cuenta de que no hay nada que buscar afuera y que el milagro siempre estuvo aquí, esperando a ser reconocido.
💡 El perdón como llave maestra
“El perdón es la respuesta a cualquier clase de ataque.”
No importa la forma ni la intensidad del ataque: el perdón siempre disuelve la ilusión porque actúa en la causa y no en los efectos. Allí donde parecía haber odio, miedo o separación, el perdón enciende la luz que muestra que nunca hubo oscuridad real.
Dar perdón no es resignación, sino liberación. Y en ese acto descubrimos que dar y recibir son uno: al perdonar a un hermano, me estoy perdonando también a mí mismo.
El perdón no necesita condiciones ni justificaciones. No depende de que el otro “cambie” o “se lo merezca”, porque en la visión de Dios ambos ya somos inocentes.
🌊 El poder infinito de la gracia
El curso aclara que reconocer este don natural no es arrogancia, sino humildad. Lo arrogante sería despreciar el poder que Dios nos dio y distraernos con deseos pequeños o ilusorios.
El perdón es una fuente inagotable, que no se gasta ni se agota.
Cada vez que lo ofrecemos, descubrimos que nada nos falta porque todo nos ha sido dado.
Al confiar en esta gracia, dejamos de sentirnos frágiles o carentes. La paz deja de ser un anhelo y se vuelve una experiencia viva, presente en cada instante en que recordamos quiénes somos.
🔑 La integridad de la unidad
El ego propone el especialismo como excusa para sostener la separación: compararnos, sentirnos superiores o inferiores, buscar reconocimiento externo. Pero toda comparación se disuelve cuando recordamos que lo que hacemos con uno, lo hacemos con todos.
“Bendecir a un hermano es bendecir a toda la creación.”
Cada pensamiento de perdón, aunque no vaya acompañado de palabras o acciones externas, ya es una bendición silenciosa que se expande hacia todo lo que existe.
🌟 Vivir el perdón en lo cotidiano
La práctica no se limita a grandes conflictos, sino que puede aplicarse en lo más simple:
- Cuando un pensamiento de juicio surge hacia alguien, lo vemos como una oportunidad de perdón.
- Cuando sentimos culpa hacia nosotros mismos, podemos recordar que la gracia ya ha sanado todo error.
- Cuando aparece la tentación de “esperar un futuro mejor”, elegimos soltar esa proyección y abrirnos a la plenitud del instante.
La sanación ocurre aquí y ahora, no en el tiempo. Incluso un gesto silencioso de soltar un resentimiento cotidiano abre la puerta a la experiencia de la paz.
🪷 Reflexión final
La verdadera curación no es un proceso en el tiempo, sino un reconocimiento presente: recordar que somos tal como Dios nos creó.
No hay grados de dificultad en los milagros, porque toda ilusión puede disolverse en el mismo instante en que dejamos de sostener la percepción de separación.
Así, la sección Las leyes de la curación nos revela que sanar no es algo que debemos alcanzar, sino lo que ocurre naturalmente cuando dejamos de aferrarnos al error y permitimos que la unidad se manifieste.
Con un abrazo grande,
Karel