autor de tu vida

¿Eres en verdad el autor de tu vida?


Muchos caminantes espirituales descubren, tras años de búsqueda, una verdad tan desconcertante como liberadora: no eres el autor de tu vida. Ni de nuestras acciones, ni nuestras decisiones, ni siquiera nuestros pensamientos nos pertenecen en el sentido personal en que solemos creerlo.

Todo lo que sucede —lo que llamamos “mi vida”— no es creación individual, sino manifestación de una Mente superior, una Conciencia infinita, el Hijo de Dios o la Fuente misma.

Este reconocimiento puede transformar por completo la relación con uno mismo y con el mundo, pero también despierta dudas. ¿Significa esto que no debo actuar? ¿Que debo dejar todo al azar? ¿Cómo se conjuga esta visión con la responsabilidad en la vida cotidiana?

Vamos a desmenuzar estas preguntas desde la no-dualidad devocional y con una mirada práctica.


🌌 La visión no-dual: todo surge de la Fuente

En niveles profundos de conciencia, se experimenta que todo —palabras, pensamientos, movimientos del cuerpo y circunstancias externas— aparece como un flujo único.

No hay un “yo separado” que lo produzca, sino que la vida se despliega a través de cada uno de nosotros como un fractal de la totalidad.

La consecuencia natural de esta comprensión es la liberación de la culpa y de la exigencia personal: si no soy el autor separado de nada, no hay errores en el sentido que antes temía.

Todo lo que sucede forma parte del movimiento de la Conciencia. Esta visión suele traer paz, confianza y humildad.


⚖️ La praxis humana: responsabilidad relativa

Ahora bien, en el plano relativo seguimos siendo seres humanos que interactúan en sociedad. Aquí, las decisiones tienen consecuencias visibles. No pagar una factura, no alimentar el cuerpo, no cuidar una relación, tiene efectos concretos.

Por eso, aunque la visión última reconoce que “nadie hace nada”, la vida cotidiana requiere responsabilidad. No como una carga, sino como un servicio.

Es distinto organizar tu día desde la compulsión y el miedo a fracasar, que hacerlo como instrumento de la Fuente.

Este matiz es esencial: la no-dualidad no nos lleva a la pasividad ni a la evasión, sino a actuar con responsabilidad sin identificarnos con el autor personal de la acción.


🔑 La paradoja integradora: entrega y acción

La síntesis madura es comprender que la vida se mueve a través de ti y, al mismo tiempo, puedes actuar como un canal consciente. Ya no se trata de forzar resultados desde el ego, sino de responder a lo que la vida te presenta desde un estado de servicio y desapego.

Esto se refleja en la práctica como una danza entre hacer y soltar:

  • Decidir con claridad,
  • actuar con presencia,
  • y entregar el fruto de la acción sin apego.

La Bhagavad Gita lo resume de forma magistral:

“Cumple tu deber sin apego al resultado”.


🧭 Señales de dónde surge la acción

Un discernimiento práctico es preguntarse: ¿esta acción surge del ego o de la Conciencia?

Acciones desde la Fuente:

  • Se sienten ligeras y fluidas.
  • No generan ansiedad por el resultado.
  • Nacen del amor, del servicio o de la autenticidad.
  • Dejan una sensación de calma, incluso si no salen como esperabas.

Acciones desde el ego:

  • Nacen de miedo, urgencia o necesidad de reconocimiento.
  • Buscan controlar lo incontrolable.
  • Generan tensión en el cuerpo y agotamiento mental.
  • Te identificas con el resultado: si “sale bien”, te sientes exitoso; si “sale mal”, te sientes fracasado.

Este simple discernimiento ayuda a alinearse con el flujo de la vida sin caer en autoengaños.


🛠️ Prácticas para integrar esta visión

Para que la comprensión no se quede en teoría, es clave llevarla a la experiencia cotidiana. Aquí algunas prácticas sencillas:

  1. Autoindagación breve Antes de decidir algo, respira tres veces y pregúntate: ¿Quién está actuando ahora? Observa si surge tensión (ego) o silencio (Conciencia).
  2. Chequeo de intención Formula en una frase la intención de tu acción. Pregúntate: ¿Esto nace del miedo o del servicio? El cuerpo te lo dirá: el miedo contrae, el amor expande.
  3. Pequeños pasos alineados En lugar de querer resolverlo todo, da un paso concreto y sencillo. Observa si fluye sin esfuerzo. Lo pequeño abre la puerta a lo verdadero.
  4. Ritual de entrega Antes o después de actuar, ofrece internamente tu acción: “Que esto sirva al mayor bien, más allá de mi entendimiento”. Este gesto corta la ilusión de autoría.
  5. Diario de co-creación Anota las acciones en las que actuaste desde entrega y observa los frutos. Con el tiempo verás que la vida se organiza sola cuando dejas de controlar.

💡 Diferentes niveles de conciencia

Aquí es útil recordar lo que David Hawkins explica sobre los niveles de conciencia:

  • En niveles por debajo de 200, el coraje y la voluntad son claves. Allí la sensación de “tomar las riendas de tu vida” puede ser un trampolín necesario para salir de la victimización.
  • En niveles más altos, esa misma fuerza se transforma en rendición: reconocer que nunca hubo un “yo” que controlaba. Lo que parecía “tomar las riendas” era en realidad aceptar fluir con la vida.

Ambos son estadios válidos en el viaje. La clave es no absolutizar un nivel, sino permitir que la comprensión evolucione.


🌱 ¿En verdad eres el autor de tu vida?

Podemos resumirlo en una frase simple:

“La vida se hace a través de mí. Yo actúo con responsabilidad, pero suelto la autoría y descanso en la Fuente.”

Desde aquí, desaparece el miedo a equivocarse y la compulsión de planear cada detalle. Se abre una confianza viva: lo que deba ser, será; y lo que suceda, no puede estar separado del Amor que somos.

Aceptar que no somos los autores de nuestra vida no es rendirse a la inercia, sino a la Conciencia que sostiene todo. Desde ahí, la acción surge con más claridad, la responsabilidad se vuelve servicio y la culpa se disuelve en comprensión.

En última instancia, no se trata de hacer más ni de controlar mejor, sino de reconocer que ya somos parte inseparable del movimiento de la Vida.

¿Qué tal si en este instante, en lugar de querer dirigirla, simplemente la dejamos actuar a través de nosotros?

Gracias por acompañarnos hasta aquí,

Karel

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