El temor a sanar (Parte 2): Liberar la culpa

Ver en Youtube


Hola, querido hermano/a 💫

En este segundo encuentro sobre el temor a sanar, profundizamos en el proceso de liberar la culpa y recordar la inocencia, según las enseñanzas de Un Curso de Milagros.

Esta sesión nos invita a mirar con compasión lo que aún creemos que nos separa, y reconocer que la sanación ocurre en simultáneo con el otro.

Cuando vemos la inocencia en nuestro hermano, inevitablemente vemos la nuestra, porque en realidad nunca hubo separación.


💫 La sanación como reconocimiento compartido

“Un milagro no le puede ofrecer menos a él de lo que te ha dado a ti.”

Esto significa que cuando uno sana, ambos sanan. No hay jerarquía ni distancia: la curación es un reflejo del amor que se reconoce a sí mismo en todo.

El milagro, como se explicó en la sesión, deshace aquello que el mundo consideraba imposible de deshacer.

Desaparece la desesperanza, se disuelve la idea de la muerte, y con ella el miedo más profundo: el miedo a dejar de existir.

Pero, ¿qué es realmente lo que impide que la sanación ocurra?

Es la proyección de culpa, esa creencia inconsciente de que alguien —sea uno mismo o el otro— ha hecho algo imperdonable.

Cuando el corazón sigue aferrado a la culpa, el amor no puede fluir plenamente.

“Aprenderás esto cuando tu único deseo sea mostrarle a tu hermano que él jamás te hirió.”

En ese instante, toda proyección cesa.

El milagro ocurre porque dejamos de ver culpabilidad en el otro, y al hacerlo, también se disuelve en nosotros.


🪞 Liberar la culpa: la ilusión del sufrimiento

Uno de los pasajes más reveladores dice:

“Más se te ha concedido poder mostrarle mediante tu curación que su culpabilidad no es sino la trampa de un absurdo sueño.”

Esta frase nos recuerda que la culpa no es real, es una ilusión que mantiene el ciclo del dolor.

Cuando sostenemos la culpa, alimentamos la creencia de que el pecado es posible.

Pero para el amor, nada puede estar realmente roto.

El perdón, entonces, no es justificar el error ni hacer un acto de caridad, sino ver que el error nunca tuvo poder para alterar la verdad del Ser.

¿Qué pasa si empiezo a verme libre de toda culpa? ¿Qué se transforma cuando reconozco que mi hermano nunca me dañó?

El ego, sin embargo, se resiste.

Cree que si alguien se salva, el otro debe perder.

Pero el Espíritu Santo sabe que tu curación da testimonio de la de tu hermano, y que ninguna puede hallarse aparte de la otra.

El amor no ve diferencias, porque no hay grados en la inocencia.


💖 La inocencia: el puente de la verdadera sanación

La sanación no procede de la compasión sino del amor.

El amor es lo que une todo, lo que permite que incluso dentro de la percepción de separación exista todavía la posibilidad de unión.

El texto lo expresa así:

El amor quiere demostrar que todo sufrimiento no es sino una vana imaginación, un absurdo deseo sin consecuencia alguna.”

El sufrimiento, por tanto, es una elección inconsciente.

Cuando lo miramos con amor, sin condenarlo, comenzamos a deshacer la causa mental que lo origina.

La práctica que se desprende de esta comprensión no busca cambiar nada en la forma, sino cambiar la mirada interna.

Cada vez que dejamos de validar la culpa —ya sea propia o ajena—, un espacio nuevo se abre para la paz.

“Tu salud es uno de los resultados de tu deseo de no ver a tu hermano con las manos manchadas de sangre.”

Esta línea es profundamente transformadora.

Nos muestra que la salud —en cuerpo, mente o espíritu— no es un objetivo externo, sino el efecto de la visión inocente.

Cuando dejamos de ver pecado, el cuerpo se vuelve un instrumento de testimonio de la pureza.


🌿 La sanación es simultánea

En el corazón de este episodio, se revela una comprensión esencial:

la sanación sucede en simultáneo.

No hay “antes” ni “después”, no hay “uno que sana primero”.

La liberación de la culpa es un acto compartido que ocurre en el instante en que se reconoce la verdad.

“Muéstrale que has sanado y él no consentirá sufrir por más tiempo.”

Esto es el verdadero perdón: no intentar cambiar al otro, sino recordar quién es realmente.

Cuando nos sostenemos en la conciencia del amor, la proyección de culpa —ya sea desde afuera o desde dentro— se disuelve sin esfuerzo.

La sanación no es algo que “hacemos”; es lo que sucede naturalmente cuando dejamos de sostener la ilusión de separación.

Lo que deseamos ver se nos concede: si deseamos unión, veremos unión.

Si deseamos miedo, veremos miedo.

Por eso, la elección siempre es interna.


🔔 La llamada del Amor

El texto lo llama “la ancestral llamada que el Padre le hace a su Hijo”.

Esa llamada eterna nos recuerda que la muerte no existe, que el miedo no tiene sustancia, y que lo único real es el Amor.

Esta comprensión no es una teoría: es una experiencia directa que ocurre cada vez que elegimos no juzgar.

Cada vez que soltamos la necesidad de tener razón y abrazamos la mirada inocente, escuchamos esa llamada divina.

“La risa reemplazará vuestros lamentos, pues el Hijo de Dios habrá recordado que él es el Hijo de Dios.”

Esa es la verdadera sanación: recordar lo que nunca se perdió.

Cuando reconocemos nuestra inocencia y la de todos, la culpa se disuelve y la vida vuelve a sentirse liviana, radiante y plena.


🌸 Para contemplar

¿Qué pasaría si dejara de buscar culpables —afuera o adentro— y me abriera a ver solo la inocencia?

Cada vez que respondemos a esta pregunta con sinceridad, algo en nosotros sana.

La verdadera economía del alma no se mide en méritos o sacrificios, sino en grados de entrega al Amor.

El perdón no se “hace”; simplemente se permite.

El milagro está ocurriendo ahora mismo.

Solo requiere una cosa: tu deseo de ver con amor.

Nos vemos en el próximo episodio.

Con cariño,

Karel

PD.: Te invito a nuestro grupo de Whatsapp donde compartimos enseñanzas y revelaciones del Ser.