En el camino espiritual y humano que transitamos, uno de los mayores desafíos es encontrar el equilibrio entre ser y hacer.
Queremos avanzar, materializar, compartir, pero también anhelamos descansar, confiar y fluir. Entre ambos polos se mueve nuestra experiencia, intentando unir lo visible y lo invisible, la acción y la presencia.
Ahí surge una verdad esencial: solo cuando integramos la determinación y entrega, el hacer se vuelve sagrado y el ser se vuelve activo. Ya no están separados, sino que se retroalimentan, como dos fuerzas de una misma danza divina.
🔥 Determinación y entrega: dos fuerzas de un mismo amor
Muchos asocian la determinación con la rigidez o el esfuerzo, pero la determinación auténtica es la expresión más pura del alma en movimiento.
Es la voluntad del corazón que dice: “Voy a seguir adelante, incluso cuando no vea el resultado.”
Y la entrega no es lo contrario, sino su complemento perfecto.
La entrega es recordar que no estamos solos, que hay una inteligencia superior guiando cada paso, incluso cuando no comprendemos el camino.
El equilibrio entre ser y hacer surge cuando estas dos energías se abrazan.
La determinación nos impulsa; la entrega nos alinea.
Una sin la otra pierde sentido: demasiada determinación sin entrega nos tensa, demasiada entrega sin determinación nos disuelve.
“La acción correcta nace de un corazón que confía.”
⚖️ Encontrar el equilibrio entre ser y hacer
Vivir en equilibrio entre ser y hacer no significa mantener una medida exacta de ambos, sino reconocer cuándo una fuerza está pidiendo más espacio que la otra.
Es un diálogo constante entre el silencio interior y la acción consciente.
- Ser implica habitar el presente, observar sin juicio, descansar en la conciencia.
- Hacer es la manifestación del ser, la expresión de esa conciencia en movimiento.
Cuando actuamos sin conexión, el hacer se vuelve automático.
Y cuando nos quedamos solo en la contemplación, la energía no encuentra cauce para expresarse.
Por eso, el equilibrio es la verdadera maestría: actuar desde el ser y descansar en el hacer.
En los niveles de conciencia más elevados, ya no hay diferencia entre ambas cosas.
El ser se expresa a través del hacer, y el hacer refleja la esencia del ser.
🕊️ La determinación consciente: voluntad del alma
En la práctica, la determinación se manifiesta como una certeza interna que no necesita justificación.
No nace del esfuerzo del ego, sino de la claridad del espíritu.
Es la voluntad del alma que recuerda su propósito y actúa con coherencia, incluso cuando no hay reconocimiento externo.
Esta determinación no lucha: permanece fiel al amor.
Es el fuego que arde sin consumir, que sostiene el propósito sin apegarse al resultado.
Cuando esta determinación se une a la entrega, surge el verdadero equilibrio entre ser y hacer, porque ya no es el yo quien empuja, sino la vida misma fluyendo a través de nosotros.
🌊 La entrega consciente: confiar en el flujo de la vida
La entrega no es pasividad ni resignación.
Es una forma activa de fe.
Es mirar la realidad con humildad y decir: “No tengo que entender todo para confiar.”
Cuando nos entregamos, no dejamos de actuar, sino que dejamos de forzar.
Actuamos desde la inspiración, no desde la obligación.
Y en ese espacio, el universo puede moverse libremente.
La entrega nos recuerda que no hay error en el proceso, que incluso las pausas son parte del avance.
Al confiar, se abre paso la armonía entre lo interno y lo externo, y la energía fluye con naturalidad.
Esa es la verdadera expresión del equilibrio entre ser y hacer: cuando el hacer no interrumpe la paz del ser, y el ser no detiene la acción.
🌺 Integrar determinación y entrega en tu vida cotidiana
Para vivir esta unión en la práctica, puedes recordar algunos principios:
- Honra tus ciclos. Hay momentos de expansión (hacer) y momentos de recogimiento (ser). Ambos son necesarios y sagrados.
- Actúa sin tensión. Si sientes rigidez o miedo al actuar, respira y recuerda tu propósito. La acción inspirada surge desde la calma, no desde la urgencia.
- Descansa sin culpa. El descanso también es productivo cuando proviene de la conciencia. En él se gestan las semillas de tu próxima acción.
- Confía en la sincronía. Lo que es para ti llega cuando tu energía está lista. Ni antes ni después.
- Recuerda que no estás haciendo solo. Cada paso está sostenido por una fuerza mayor que actúa contigo, a través de ti y para todos.
Cada vez que eliges conscientemente un acto de amor —por pequeño que sea—, estás integrando determinación y entrega, y manifestando ese equilibrio entre ser y hacer que sostiene la creación.
💫 Más allá del hacer: la acción que surge del amor
Cuando la acción nace desde el amor, ya no hay miedo a la inacción ni deseo de control.
El hacer se convierte en un reflejo natural del ser.
Y en ese punto, la determinación y la entrega dejan de ser dos cosas separadas: se vuelven una sola corriente de energía divina.
El ego teme perderse en la quietud, pero la verdad es que en esa quietud nace toda acción auténtica.
El amor no necesita empujar: se mueve solo, con la fuerza invisible de la coherencia.
Así, la vida entera se transforma en una oración silenciosa, donde el ser actúa y el hacer respira.
“El equilibrio entre ser y hacer es el arte de dejar que el alma dirija los pasos del cuerpo.”
🌌 Conclusión: la danza de la voluntad divina
El viaje espiritual no busca eliminar el hacer ni escapar al ser, sino fundirlos en una danza consciente.
Cuando vives en equilibrio entre ser y hacer, tu determinación se vuelve servicio y tu entrega se vuelve libertad.
Ya no hay separación entre lo interior y lo exterior, entre lo que haces y lo que eres.
La vida fluye a través de ti con naturalidad, y cada acción se convierte en un acto de amor.
Esa es la verdadera maestría: actuar desde el silencio, hablar desde la presencia y vivir desde la unión.
Ahí, finalmente, determinación y entrega se funden en un solo movimiento: el latido de Dios en tu corazón.
Gracias por tu compañia,
Karel
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