De sobrevivir a Supervivir: 3 pasos hacia la Plenitud

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En los umbrales de cierre de un ciclo, cuando la mente se detiene por un instante para observar el recorrido trazado a lo largo del año, es frecuente que emerja una sensación contradictoria, profunda y a menudo silenciosa.

A pesar de la inmensa cantidad de energía invertida, de las estrategias lógicas aplicadas en el mundo tangible y del sacrificio sostenido día tras día, la realidad parece permanecer inalterable. Es la experiencia interna, casi física, de sentir que se rema en una sustancia densa, donde el movimiento visible es mínimo en comparación con el agotamiento vital que conlleva el proceso.

Este artículo se gesta desde esa inquietud universal para proponer un cambio de paradigma fundamental: la transición de sobrevivir a supervivir.

No estamos ante un simple juego de palabras ni ante una consigna motivacional, sino frente a un cambio ontológico en la manera de experimentar la existencia. Se explora aquí la posibilidad real y concreta de abandonar el paradigma del esfuerzo —una supervivencia basada en la fuerza, la lucha contra los elementos y la carencia— para abrazar un estado de fluidez y plenitud —una superviviencia basada en el poder, la presencia y la integridad—.

A través de la comprensión profunda de los niveles de conciencia de David Hawkins y la aplicación práctica de la rendición, se invita al lector a descubrir que el estancamiento no se debe a la falta de acción externa, sino a la presencia de represas internas que aún no han sido liberadas.


El diagnóstico: la trampa de la supervivencia

Para iniciar el tránsito de sobrevivir a supervivir, es indispensable realizar un acto de honestidad radical: observar el estado actual de la experiencia sin los filtros del autoengaño.

A menudo, la vida se presenta bajo la forma de una repetición constante de patrones, un ciclo interminable similar a un “día de la marmota”, donde aunque cambian los escenarios geográficos o los personajes secundarios, la sensación de fondo permanece idéntica, revelando que no ha habido un verdadero desplazamiento interno.

La ilusión del movimiento externo

Existe un condicionamiento social y cultural profundamente arraigado que sugiere que, para cambiar la realidad, la solución es siempre incrementar la acción: trabajar más horas, esforzarse más, aplicar nuevas estrategias comerciales o forzar los resultados mediante la voluntad personal. Sin embargo, al observar con detenimiento, se percibe que gran parte de este movimiento frenético es, en realidad, una huida.

Es una forma sofisticada de evitar el contacto con la incomodidad interna. Se busca cambiar el efecto sin alterar la causa, lo que resulta en una inevitable sensación de frustración al ver que, a pesar de haber hecho “de todo”, se sigue estando en el mismo lugar vibratorio.

Esta sensación de estancamiento no es un error de ejecución ni una falta de capacidad; es un síntoma clínico de que se está operando desde la fuerza. Al analizar esta dinámica bajo la luz de los niveles de conciencia de David Hawkins, se comprende que los estados vibratorios que calibran por debajo de 200 (como el miedo, el deseo, la ira y el orgullo) se caracterizan intrínsecamente por el esfuerzo constante.

En este estado de supervivencia, el individuo vive bajo la premisa inconsciente de que la vida es algo que se debe arrancar al universo mediante la lucha, en lugar de algo que se recibe por derecho de conciencia.

La metáfora de la mochila de piedras

Para ilustrar este peso invisible que ralentiza el avance y agota las reservas vitales, es útil visualizar la imagen de una mochila cargada de piedras. Estas piedras no son objetos externos, sino representaciones de las energías acumuladas a lo largo de la historia personal: miedos no enfrentados que paralizan, culpas no expiadas que exigen castigo, deseos frustrados que generan ansiedad y resentimientos guardados que endurecen el corazón.

Estas densidades energéticas actúan como un lastre físico que convierte a la persona misma en una entidad pesada y estática.

“Nos convertimos a nosotros mismos en esas piedras inamovibles. Aunque el viento del cambio sople con fuerza para llevarnos hacia un nuevo destino, la densidad interna nos mantiene anclados en el mismo lugar.”

Mientras se sostenga esta carga interna sin aplicar la técnica de dejar ir, cualquier intento de avance externo se verá neutralizado por la propia gravedad del campo energético. El viento del cambio puede soplar, pero una piedra no se mueve con la brisa.

Sobrevivir es, en esencia, el acto agotador de arrastrar este peso intentando disimular el esfuerzo ante el mundo y ante uno mismo, bajo la falsa creencia de que la vida debe ser dura por naturaleza.


La definición de Supervivir: vivir al máximo

Frente a la supervivencia gris, esforzada y limitada, surge el concepto de supervivir. Es fundamental aclarar que este término no se refiere a la capacidad biológica de no morir o de subsistir con lo mínimo indispensable. Se refiere, en cambio, a la capacidad espiritual de vivir en abundancia y propósito de manera plena, total y expansiva.

El proceso de sobrevivir a supervivir implica un salto cuántico hacia los niveles de poder descritos en el mapa de la conciencia (coraje, neutralidad, voluntad, amor). En estos estados, la vida deja de percibirse como una cuesta arriba para convertirse en un flujo natural y sostenido.

La abundancia, la alegría y la paz dejan de ser metas lejanas a conquistar en un futuro hipotético y se revelan como consecuencias inevitables y presentes de haber soltado la resistencia interna.

La propuesta de este enfoque no es pedir que el próximo ciclo sea “menos malo” o “un poco más suave” que el anterior, conformándose con un alivio temporal. La invitación es a abrirse radicalmente a una “súper vida”, vivida con todas las letras, donde la integridad, el disfrute y la conexión son la norma y no la excepción.


Paso 1: El reconocimiento (Sentarse y sentirse)

El primer movimiento para pasar de sobrevivir a supervivir es, paradójicamente, detenerse. En una cultura que premia la velocidad, la productividad y la acción constante, el acto de detenerse a observar la propia incomodidad se convierte en un acto revolucionario de autoconocimiento y soberanía.

La valentía de ver la incomodidad

Reconocer que se está operando en modo supervivencia requiere una dosis alta de honestidad y valentía. Implica observar sin filtros si hay una ansiedad subyacente que motoriza el día, un miedo constante a no ser suficiente, una culpa por errores del pasado o una sensación de escasez que tiñe todas las decisiones financieras y vitales.

A menudo, el ser humano evita esta mirada introspectiva porque la sensación que emerge es profundamente incómoda. Se prefiere la distracción del hacer constante, el ruido de las redes sociales o la búsqueda de nuevos objetivos externos para no sentir el vacío. Pero es crucial comprender que evitar la sensación es, precisamente, lo que la perpetúa, la ancla en el cuerpo y le otorga poder sobre la conducta.

“Evitar la sensación es lo que garantiza su permanencia. A menudo creemos que para obtener resultados distintos debemos hacer cosas distintas en el mundo, pero esa búsqueda externa solo nos distrae de la verdadera causa interna.”

El reconocimiento es el 50% del trabajo de transformación. Es el momento sagrado en que la conciencia deja de señalar al mundo externo (la economía, el gobierno, la familia, la suerte) como el causante del malestar y empieza a mirar la propia represa interna.

Es el instante en que se asume la responsabilidad total de la propia experiencia, marcando el inicio de la aplicación consciente de la técnica de dejar ir.


Paso 2: La entrega radical (Cómo dejar ir el sacrificio)

Una vez que se ha reconocido la carga y se ha aceptado su presencia sin juicio, el siguiente paso es la entrega. Este es el corazón de la transformación y el punto donde se aprende verdaderamente cómo dejar ir el sacrificio que ha regido la vida hasta ahora.

No se trata de analizar mentalmente por qué se siente lo que se siente, ni de buscar culpables en la historia familiar, ni de justificar la emoción con argumentos lógicos. Se trata de rendirse a la experiencia presente tal y como es, sin reservas y sin defensas.

El ejemplo de la escasez económica

Para ilustrar este proceso, se puede tomar un ejemplo concreto y desafiante que afecta a muchos: la experiencia de la escasez económica o los “números rojos”. La reacción automática del ego en “modo supervivencia” es salir corriendo a hacer algo para tapar esa sensación desagradable: pedir, vender desde la desesperación, angustiarse o negar la realidad.

La propuesta para vivir en abundancia y propósito es diametralmente opuesta: entregarse primero a la sensación de escasez. Esto implica sentarse con la incomodidad de la cuenta vacía, sentir el nudo en el estómago, observar el miedo al futuro y permitirse experimentarlo todo, hasta la última gota.

Esto puede parecer contraintuitivo para la mente lógica que busca soluciones rápidas. ¿Cómo va a ayudar sentir la escasez a generar prosperidad? La respuesta radica en la naturaleza de la energía.

La escasez que se siente no es producida por la cuenta bancaria vacía; la cuenta bancaria es el reflejo (el efecto) de una energía de escasez acumulada en el campo de conciencia (la causa) que no ha sido liberada. Al permitirse sentir esa energía sin resistencia, sin juicio y sin querer cambiarla, esta se consume y se libera.

“La liberación de la energía interna es la causa; el cambio en el mundo externo es el efecto inevitable. Al comprender que no hay separación entre adentro y afuera, dejamos de manipular la realidad para empezar a sanar la percepción.”

Quitar la represa del río

La metáfora del río ilustra perfectamente este mecanismo fundamental de los niveles de conciencia de David Hawkins. La energía de vida es como un caudal de agua que, por naturaleza, quiere fluir libremente hacia el océano. Las emociones reprimidas, los traumas no procesados y los sacrificios acumulados actúan como una represa artificial que bloquea el caudal.

Cuando el agua se estanca debido a la represa, se pudre. Deja de ser fuente de vida y se convierte en un peso muerto. Eso es lo que sucede con las emociones no sentidas. Al entregarse a la sensación (miedo, angustia, dolor) en lugar de huir de ella, se está quitando la represa.

Es probable que, al principio del proceso, el agua salga sucia, turbia y con fuerza; es la acumulación de años de negación y resistencia saliendo a la luz. Pero si se sostiene la entrega y la confianza, el agua eventualmente se aclara y vuelve a fluir pura y cristalina.

Entender cómo dejar ir el sacrificio significa dejar de justificar el dolor como una medalla de honor. Significa renunciar a la narrativa de que “la vida es dura” y atreverse a vivir la emoción cruda para que esta se agote y desaparezca definitivamente del sistema energético.


Paso 3: El poder de la no resistencia (Fluir)

El tercer paso en el camino de sobrevivir a supervivir es la adopción e integración de una nueva postura ante la existencia: el poder de la no resistencia.

Esta postura no debe confundirse con la pasividad, la resignación o la debilidad; es, por el contrario, inteligencia espiritual aplicada en su máxima expresión. Es dejar de nadar contra la corriente del río de la vida. Si el río tiene un caudal, una fuerza y una dirección propios, intentar ir en contra es agotador, inútil y peligroso (fuerza). Acompañar el caudal aprovecha la potencia inmensa del agua para avanzar sin esfuerzo propio (poder).

La alquimia de la experiencia

Cuando aparece un desafío en la vida —un cliente difícil, una pérdida, un cambio inesperado o una crisis—, la postura de no resistencia dice: “Sí, acepto esta experiencia. Me entrego a lo que esto me hace sentir. No discuto con la realidad”.

Al hacer esto, se deja de ser una víctima de la circunstancia para convertirse en un alquimista de la experiencia. Se extrae el fruto oculto de la situación para potenciar el propio crecimiento y liberación.

“Disfrutar una situación difícil no significa alegrarse del problema, sino extraerle todo su jugo evolutivo. Es sentir el nudo en el estómago completamente para que esa energía, al ser liberada, nos impulse hacia una nueva realidad.”

Disfrutar, en este contexto profundo, significa vivir la experiencia totalmente, sin reservas ni defensas, permitiendo que la energía atrapada en ella se libere mediante la técnica de dejar ir y se transforme en poder disponible para la creación.


La ilusión de las soluciones externas

En el proceso de transición de sobrevivir a supervivir, es vital desmantelar el pensamiento mágico de que la solución vendrá de afuera o a través de la mera acumulación de conocimientos teóricos e intelectuales.

El límite de las afirmaciones positivas

Se abordó la limitación inherente de ciertas prácticas convencionales de desarrollo personal, como el uso excesivo de afirmaciones positivas, cuando se utilizan como “curitas” para tapar lo que se siente en lugar de liberarlo.

Una sola sensación reprimida (como el miedo subyacente) puede alimentar y generar miles de pensamientos negativos de forma continua. Tratar de cambiar pensamiento por pensamiento, o contrarrestar cada pensamiento negativo con una afirmación positiva, es una tarea titánica, ineficiente y agotadora.

La vía directa y efectiva que proponen los niveles de conciencia de David Hawkins es ir a la raíz: la sensación. Al soltar la sensación de miedo mediante la técnica de dejar ir, los miles de pensamientos que se alimentaban de esa batería energética se desvanecen automáticamente porque se les ha cortado el suministro de energía.

Esto no solo es más efectivo, sino que ahorra tiempo vital. Ahorra años de terapia cognitiva, de esfuerzo mental y de lucha interna. Es la vía rápida y directa para vivir en abundancia y propósito.

La universalidad de la ley

Existe una verdad confrontativa que el ego suele resistir: no hay excepciones a la ley de la conciencia. A menudo, la mente se defiende argumentando que su dolor es único, que su historia es demasiado compleja o traumática, o que estas herramientas funcionan para otros pero no para uno mismo.

“No eres tan especial como para que la ley universal no se aplique en ti. El ego intenta hacernos creer que estamos excluidos de la totalidad, pero al soltar esa arrogancia, descubrimos que la liberación es posible para todos.”

Esta es una trampa de la supervivencia. La mecánica de la conciencia es universal. Si se suelta la represa mediante el poder de la no resistencia, el agua fluye. Siempre. Para todos. Sin excepción.


La abundancia como estado natural

Un concepto central para entender la meta de este proceso y redefinir la existencia es reconocer que la abundancia no es algo que se consigue, se gana o se atrae, sino algo que se es.

Si la abundancia no se está manifestando en la experiencia tangible, no es porque falte algo afuera, ni porque el universo sea avaro, sino porque hay un obstáculo adentro (la represa de emociones no liberadas y creencias limitantes). La tarea no es “crear” abundancia, sino aprender cómo dejar ir el sacrificio y retirar los bloques a la presencia del amor y la prosperidad que ya existen y que son la naturaleza intrínseca del Ser.

“La abundancia no es un destino, es tu estado natural de origen. Fuiste creado en abundancia y eso es lo que eres. Si no lo experimentas, es solo porque una represa interna está esperando ser levantada.”

Vivir en modo supervivencia es vivir desconectado de esta verdad esencial, creyendo en la ilusión de la escasez. Vivir en modo superviviencia es habitar la identidad real, donde los recursos, la paz y la alegría son inherentes al Ser y fluyen sin esfuerzo.


Integración: una nueva persona cada día

La práctica constante y disciplinada de estos tres pasos —reconocer, entregar, fluir— aplicando la técnica de dejar ir tiene un efecto acumulativo y transformador que renueva la identidad momento a momento.

No se trata de una metáfora poética ni de una exageración. Al liberar una carga de energía reprimida que ha estado ocupando espacio psíquico durante años, la estructura de la personalidad cambia. Se recupera espacio interior. La percepción se aclara. Lo que antes parecía un problema grave e irresoluble, ahora se ve con neutralidad, comprensión o incluso con gratitud.

“Cada vez que te sientas a sentir y te entregas a la experiencia, la persona que se levanta de la silla es literalmente distinta a la que se sentó. Se ha liberado una carga y ha emergido una nueva versión más ligera y consciente.”

Esta renovación constante es la esencia del camino de sobrevivir a supervivir. Es el proceso de morir al viejo yo limitado, cargado de pasado y condicionamientos, para renacer al momento presente con frescura, inocencia y poder.

El impacto en el inconsciente colectivo

Finalmente, es fundamental observar que este trabajo profundo no es un acto de egoísmo ni de salvación individual aislada. Al liberar la propia carga y elevarse en los niveles de conciencia de David Hawkins, se aligera el peso del inconsciente colectivo de toda la humanidad.

Dejar ir el propio sufrimiento es el mayor acto de servicio y compasión que se puede ofrecer al mundo.

Una mente que pasa de la supervivencia a la plenitud se convierte en un faro, en una antena que emite una frecuencia de libertad, recordando a los demás, sin necesidad de palabras, que vivir en abundancia y propósito es una posibilidad real y accesible para todos.

La invitación queda abierta y el momento es ahora: este cierre de ciclo puede ser el final definitivo de la supervivencia y el comienzo de la verdadera vida. Solo requiere la valentía de sentarse, la honestidad de sentirse y la sabiduría de activar el poder de la no resistencia.

Gracias por acompañarme hasta aquí.

Abrazo grande!

Karel

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