En una charla de autoindagación con Sergi Torres surgió algo esencial:
“todo lo que ves es una extensión de tu percepción.”
Esto no es solo un concepto, es una invitación a mirar el mundo como si fuese un plano arquitectónico que refleja, de manera nítida, lo que pensamos de nosotros mismos.
Así como un arquitecto diseña una casa a partir de una idea, nuestra mente diseña experiencias a partir de interpretaciones. El mundo que percibimos es la estructura visible de lo que, en lo profundo, pensamos y creemos.
✨ Una sincronicidad reveladora
Minutos después de esa charla, llegó un colectivo de estudiantes de arquitectura a la casa donde vivo. Vinieron a observar el diseño de las construcciones levantadas en la ladera de la montaña, con voladizos que desafían la gravedad.
La sincronicidad era clara: mientras contemplaba cómo la aceptación puede abrazar el rechazo, y el amor puede abrazar al miedo, llegaban jóvenes a estudiar cómo una estructura se sostiene más allá de lo aparente.
La vida estaba hablando en símbolos.
🧩 El ego como plano de la percepción
El ego podría compararse con un plano arquitectónico: traza límites, define formas, intenta dar seguridad. Dice: “yo soy esto, y el mundo es así.” Pero detrás de cada plano hay un diseñador, una fuente creativa que lo ha concebido.
“No soy el plano, soy el arquitecto que lo ha imaginado.”
Cuando nos identificamos solo con el plano (el ego), nos perdemos en la forma. Pero al volver al diseñador (la conciencia), comprendemos que incluso los planos más rígidos o complejos son solo expresiones transitorias de algo mucho más vasto.
🏗️ Vivir la arquitectura interna
Cada emoción, pensamiento o experiencia que surge es como un muro, una viga o un puente. Lo que parece externo no es más que un recordatorio de dónde estoy poniendo mi atención. La vida se convierte entonces en un gran proyecto de arquitectura espiritual:
- Si hay rechazo, puedo observarlo como una pared que yo mismo he levantado.
- Si hay amor, reconozco la base invisible que lo sostiene todo.
- Si hay miedo, lo abrazo como parte del diseño, hasta recordar que no soy el plano, sino el que lo soñó.
“Lo invisible diseña lo visible.”
🙏 Contemplación final
La visita de esos estudiantes fue como un espejo: la casa que observaban era la metáfora perfecta de mi propia mente. Todo voladizo, todo muro, toda forma, está sostenida por algo que no se ve.
La invitación es simple:
¿Estoy atendiendo a la forma del plano, o al arquitecto que lo soñó?
Hasta este instante.
Karel
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