🌑 El disfraz del miedo
Muchas veces creemos que esta sensación es un enemigo a vencer. La miramos como una barrera que limita nuestro camino o como un obstáculo que debemos superar.
Sin embargo, cuando lo observamos desde la conciencia, se revela algo más profundo: el temor no es real en sí mismo, es solo una percepción distorsionada.
Esta inquietud aparece cuando olvidamos quiénes somos. Es la sombra que surge al creer en la separación: separación de los demás, de la vida, de Dios. Pero al mirarla de frente, sin rechazo, se desvela su verdadera naturaleza: cada temor es amor que aún no hemos reconocido en nosotros mismos.
🌱 El error del rechazo
El ego suele proponer dos caminos: huir o luchar. Si lo rechazo, se intensifica; si intento eliminarlo, se disfraza y vuelve de otra forma. Lo que en realidad pide esa sensación es ser reconocida.
Cuando abrazamos la inseguridad con amor, vemos que no hay nada a lo que temer. Descubrimos que debajo de cada incomodidad late la misma vida que nos sostiene.
Como recordamos en la sesión:
“El miedo no se vence, se integra. Al integrarlo, se revela como amor.”
💡 Cómo se siente en lo cotidiano
En lo práctico, esta sombra suele disfrazarse en múltiples aspectos:
- En el dinero, cuando creo que no voy a tener lo suficiente.
- En el trabajo, cuando temo equivocarme o no estar a la altura.
- En los vínculos, cuando pienso que puedo perder al otro o no ser amado.
En todos estos ejemplos, el patrón es el mismo: la mente cree que falta algo para estar completos. Pero la verdad es que ya somos plenos ahora, y la vida nunca nos ha quitado lo que verdaderamente somos.
🌌 Un gran maestro oculto
Cuando dejamos de ver el temor como un enemigo y lo contemplamos con apertura, descubrimos que en realidad es un maestro disfrazado.
Cada sensación de inseguridad trae consigo una invitación a recordar lo eterno en nosotros.
Si creo que puedo perder algo, me muestra dónde sigo creyendo en la carencia. Si temo equivocarme, me revela dónde aún busco validación externa. Y si siento que no soy suficiente, me invita a reconocer que ya soy pleno en el Ser.
Desde la conciencia, esta emoción no necesita ser combatida: basta con mirarla con honestidad y soltar la identificación. Así, lo que parecía una amenaza se convierte en un camino de regreso a la confianza.
✨ El giro de conciencia
La clave no está en analizar tanto la sensación, sino en cambiar el lugar desde donde la miramos.
Si la observo desde el ego, la amenaza parece real y justificada.
Si la observo desde el Ser, se vuelve transparente, y lo que parecía miedo se transforma en un recordatorio del amor que soy.
El giro no es “superar” nada, sino reconocer que lo que temía nunca tuvo poder real sobre mí.
🪷 Práctica de contemplación
Cuando aparezca una emoción de este tipo, no intentes eliminarla. Respira hondo y di internamente:
“Esto que siento no es un enemigo. Es amor pidiendo ser reconocido. Y yo me abro a reconocerlo.”
Permanece unos instantes en silencio, sin querer cambiar nada. Observa cómo la sensación se suaviza cuando deja de ser resistida.
Si todo temor es amor aún no reconocido…
➤ ¿Qué me está mostrando esta inquietud en mí que aún no he abrazado?
➤ ¿Qué pasaría si, en lugar de luchar contra ella, me permito sentirla como parte de mi camino hacia el amor?
En ese simple acto de reconocimiento, lo que parecía miedo deja de ser una sombra y se convierte en un puente hacia lo que verdaderamente somos.
✨ Hasta este instante.
Karel
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