En el camino espiritual, solemos creer que despertar significa integrar todos los aspectos de nuestra personalidad, abrazar todas las identidades que hemos construido y reconciliar las diferencias.
Sin embargo, en la contemplación profunda se revela algo más radical: todo lo que nos diferencia es programación.
🧩 Programación y esencia
Cada rasgo que creemos propio —valores, creencias, ideologías, emociones, historias personales— son capas de programación. Algunas más arraigadas, otras más superficiales, pero todas forman parte de un entramado condicionado.
Detrás de esas capas no hay un nuevo programa esperando ser descubierto, sino la esencia misma: la conciencia pura, el Hijo de Dios, que permanece intacto y libre de condicionamientos.
👀 Ver la diferencia es ver el programa
Cada vez que observo una diferencia entre mí y otro, estoy mirando el programa:
las etiquetas, los juicios, los relatos de la mente.
Pero cada vez que veo lo que nos une, lo que permanece más allá de todas esas capas, estoy viendo la esencia compartida, la conciencia que no conoce separación.
🌌 Personalidad vs. Ser nadie
Al principio puede parecer que la liberación consiste en ser todos los programas: el padre, el amigo, el buscador, el espiritual, el emprendedor. Y en cierto modo, esto abre la percepción a la unidad.
Pero más allá de esa etapa, se revela algo aún más simple y profundo:
la verdadera libertad no es ser todos, sino ser ninguno.
No se trata de negar los programas, sino de verlos sin quedar atrapado en ellos. Así como un actor interpreta un papel sabiendo que no lo es, podemos vivir en el mundo sin olvidar que lo que somos no depende de ningún rol.
🌱 Vivir como “ninguno”
Vivir desde este espacio no significa rechazar la vida cotidiana, sino reconocer que:
- Los roles son temporales. Puedo habitarlos sin confundirme con ellos.
- La esencia es compartida. Más allá de las diferencias, lo que somos es Uno.
- La libertad está antes de la forma. La paz surge al reconocer que nada real se pierde.
☀️ El umbral de la verdadera paz
Reconocer que somos la esencia sin programa es lo que nos libera del peso de sostener una identidad fija.
Lo que está debajo de toda definición ya es completo, ya es perfecto, ya es Uno.
Y en esa visión, descubrimos que no necesitamos integrar todos los programas, sino simplemente recordar lo que somos sin ninguno.
“Siempre que veo diferencias, estoy viendo el programa.
Siempre que veo lo que nos une, estoy viendo a Dios.”
Hasta este instante.
Karel
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